Entre trabajo intenta comprender el efecto de la intervención educativa en el desarrollo personal de adultos mayores de 50 años que asisten a Programas Universitarios para Adultos Mayores en las Universidades Argentinas. La investigación se encuadra en el campo de la gerontología educativa y se sustenta en el concepto de educación permanente. Se entiendo la educación como una actividad específica orientada a promover cambios intrasujetivos, intersubjetivos y transubjetivos. Se elaboró un modelo conceptual que integra conceptos provenientes de la Teoría del Ciclo Vitl y de las teorías asociales y culturales del envejecimiento. El supuesto clave es que el desarrollo personal está íntimamente ligado al desarrollo del Yo, tal como lo interpretan las teorías del desarrollo (Yo siendo), las teorías sociales (Yo reflexivo) y culturales (Yo múltiple). Se condujo un estudio empírico cuyos objetivos son determinar la magnitud de cambios percibidos por los adultos mayores que participan en actividades educativas, y relacionarlos con un conjunto de variables personales, psicosociales y educativas. Se desarrolló una escala de autopercepción de cambios en el desarrollo personal, constituida por 40 ítems que evalúa ocho dimensiones de cambio. Se realizaron distintos análisis de correlación item-dimensión e item-total de cambio, que mostraron altos valores de correlación y permiten afirmar la consistencia interna de la escala. Se aplicó un cuestionario que incluye ítems estructurados, semiestructurados y no estructurados junto con la escala citada presentes. La muestra se conformó con 301 sujetos mayores que durante el año 1997 asistían a Universidades Públicas Argentinas. El rango de edad de los respondentes varía entre los 50 y los 86 años, con una edad media de 62 años. Se conformaron dos grupos, uno de adultos mayores /de 50 a 64 años) y uno de tercera edad (de 65 y más años). Los resultados de la aplicación de la escala muestra que las principales dimensiones de cambios se relacionan con la integración social, es decir que la educación favorece la integración nuevos grupos de pares y amplia la red de apoyo social de que disponen las personas mayores. Otro conjunto de dimensiones sobre las cuáles la intervención educativa parece tener una importante incidencia es en el plano representacional de los sujetos. Así, el descubrimiento de potencialidades, la mejora metacongnitiva y la mejora en el autoconcepto son tres dimensiones en que la educación actúa positivamente sobre el sistema de creencias personales. También la educación en la segunda mitad de la vida posee una cualidad compensatoria ya que permite a los sujetos superar limitaciones y realizar deseos mantenidos latentes en otras etapas de la vida. Los sujetos también informan de una mejora en los hábitos de vida. Finalmente, la intervención educativa favorece una mejora en la adaptación social percibida y en las relaciones familiares, esferas en las que magnitud del cambio es inferior a las restantes. En resumen, la intervención educativa es un factor optimizador del desarrollo personal en la segunda mitad de la vida y una estrategia válida para favorecer la calidad de vida de la población mayor.